martes, 19 de noviembre de 2013

Mi vida: Relato de un hombre de provincias



Retrato de Antón Chéjov realizado por Javier Herrero
Antón Chéjov
Mi vida: Relato de un hombre de provincias
Alianza Editorial / El Libro de Bolsillo, edición 2013

Mi vida, escrita en 1896 por el escritor ruso Antón Chéjov (1860-1904), esconde un relato de profundas decepciones. Por un lado, para el autor, pues, como apunta en el prólogo el traductor de la obra Ricardo San Vicente, Chéjov lo escribió en tres partes para el suplemento literario de la revista Nivá a sabiendas de la fuerte censura a la que dicha publicación estaba sometida y de la que, por supuesto, su narración no pudo librarse.
El otro aspecto melancólico del texto está en la personalidad e historia del protagonista, Misáil Póloznev, como indica el subtítulo, un joven hombre de provincias de origen noble. Misáil cuenta en primera persona sus intentos para conseguir hacer de su vida algo moralmente ético y no solo una extensión de las prerrogativas y privilegios de los que siempre ha disfrutado su clase social. Para ello, renuncia a todo lo que su padre y su estatus esperaban de él y se lanza a algo insólito y extremadamente complejo: trabajar como un operario, acercarse a los obreros, a esa clase proletaria que, no mucho tiempo antes, acababa de formerse en Rusia tras el advenimiento de la Revolución Industrial (y Social) a mediados del siglo XIX.
Al estar narrado en primera persona, Chéjov expresa por boca de Misáil todas sus ideas sobre la corrupción, la avaricia, la pobreza y la sinrazón que domina la sociedad. En suma, Mi vida se convierte en una arenga bien argumentada contra todos los males de un pueblo enfermo que, haciendo un anacronismo evolutivo (Chéjov no podía saber entonces a dónde se dirigía su país) le llevaría solo dos décadas después a la gran Revolución obrera que supuso un cambio en Rusia y en todo el mundo.
Es este un libro muy marcado por ese Realismo Social tan influido por la obra de León Tolstoi (1828-1910), con el que la narración debía tener siempre una deriva hacia el lado moral de los hombres, haciendo hincapié en los más desfavoridos. No obstante todo lo dicho, la lectura de Mi vida es ágil, amena y muy entretenida. Incluso hasta divertida a ratos, dentro, claro está, de una cierta melancolía provocada por los desengaños, tanto sociales como emocionales, que tiene que sufrir el protagonista en su intento de ser íntegro y fiel a sus ideas.
Y, salvando las distancias, es un texto muy adecuado para una lectura actual, contextualizándolo con la gran cantidad de injusticias sociales y excesos morales que los últimos tiempos llamados de crisis (y que no dejan de ser de ambiciones) están provocando en las clases más humildes de la sociedad. Chéjov describe con gran eficacia y suma claridad muchas situaciones que podrían transponerse a los momentos actualees. Y se convierte en una lectura emocionante en los capítulos finales, aparentemente concluidos de forma abrupta a causa de la censura, en los que Misáil hace balance de sus experiencias y sus vivencias en relación con sus conocidos y con la sociedad en su conjunto.
Javier Herrero

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