jueves, 24 de enero de 2013

Recordando Futuro

Portada del nº8 de Futuro, ilustrada por Don Conquest

Leonor Fernández y Luis Vigil (selección)
Recordando Futuro
EDT, 2012

Viñeta de Roberto Segura
Una de las cosas curiosas de ir haciéndose mayor es que puedes hacer comparaciones de lo que, cuando eras niño, pensabas que iba a ocurrir en el futuro y lo que una vez ha sucedido una vez llegado ese futuro que, entonces, parecía tan lejano. Ahora, quizás, sea internet el lugar en donde se dan rienda suelta a las predicciones del tiempo por venir, pero hace décadas eran las publicaciones en papel, revistas y libros, las que atesoraban todo el impredecible futuro. Una de las publicaciones que mayor difusión tuvo en nuestro país en el ya lejano año 1957 fue la revista Futuro, editada por Ediciones Cliper. Solo aparecieron doce números pero, pese a tan poca vida, logró convertirse en uno de los referentes de la ciencia-ficción española, aún en pañales y con muchas referencias a lo que sucedía fuera de las fronteras de ese país apocado y lento que éramos entonces.

El coche del futuro, dibujado por Roberto G.

Una colección de revistas que tiene su homenaje más de cincuenta años después en el libro Recordando Futuro, cuando el futuro que entonces estaba mucho más allá del horizonte ha superado todas las expectativas y se ha transformado en algo inimaginable para los ciudadanos de aquello tiempos pasados. Curiosamente entonces eran frecuentes las predicciones de contactos con invasores extraterrestres, las maquinarias cada vez más impresionantes por su tamaño, la energía atómica como fuente de todos los beneficios y energía para los transportes, los coches voladores, los mecanismos robóticos acoplados al cuerpo humano... Fantasías que hoy se nos antojan ingenuas, ya que la miniaturización de las máquinas, los chips y la electrónica, la comunicación telefónica móvil e internet han dejado aquellas predicciones en la más absoluta antigüedad. Aún así, recuperar aquellas fantasías se convierte en un acto de reconciliación con nuestro pasado más humano, con una forma de vida que se antojaba menos rápida y despiadada que la actual, en la que los humanos de a pie, los hombres y las mujeres, tenían más que decir que los intereses económicos que hoy manejan todo.
Es evidente que la época estaba marcada por los miedos a las invasiones (eran los peores tiempos de la Guerra Fría) y, en España concretamente, por una sociedad que aún no había abierto sus puertas a las sociedades más avanzadas y modernas de aquel mundo ya pasado. También quedaba muy cerca la terrible experiencia de las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, lo que hacía prever catastróficas algunas probabilidades del futuro de la humanidad. También se antojaba entonces mucho más rápida la carrera espacial, entonces en sus inicios, y se hacían predicciones de conquistas de planetas muy lejanos para expandir la raza humana o huir de las hecatombes que ponían en pelibro nuestro planeta.
Una delicia, recopilada por Leonor Fernández y Luis Vigil, el gran especialista español sobre ciencia-ficción, que está llena de aventuras, de ilustraciones llenas de encanto, de humor  y de muchos sueños de futuro, de muchos futuros, algunos de los cuales han caminado acercándose a la realidad que nos ha tocado vivir y otros con la grandeza de poder seguir estimulando nuestra imaginación para el futuro que siempre veremos por delante.
Javier Herrero

miércoles, 23 de enero de 2013

Juan Belda


Juan Belda

Uno de los músicos españoles más inquietos de las últimas tres décadas es el tinerfeño Juan Belda. En los ochenta formó el grupos Arte Moderno y ha participado en Wax Beat (junto a Patricia Kraus y Juan Gómez-Acebo) y fundó el estudio de grabación madrileño Fonoelástica. Aunque en su trabajo en solitario ha sido donde ha desarrollado una labor de investigación sonora más intensa, desde que se estrenara en 1983 con su primer disco homónimo. Ha creado trabajos con sonidos procedentes de sus viajes a India, con músicos locales y encantadores de serpientes, y sonidos procedentes de Kenia, de sus experiencias con los Masai. Es conocida también su participación en instalaciones artísticas y en distintos eventos de Arte contemporáneo, como Art Futura, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, la Fundación Jorge Castillo
Su última novedad discográfica se titula La rueda infinita de Hans (Be8 Música, 2012), en donde se decanta por una visión personal del jazz de hoy día, ofreciendo sus miradas de personalidad curiosa e investigadora al servicio de un trabajo soberbio de música contemporánea. Y lo consigue, además, por la extraordinaria banda que le acompaña en la grabación: nada menos que Jorge Pardo, Jerry González, Pedro Barceló y Aziz Arradi, una banda que viene a llamarse The Bit Band. Jazz de hoy día, actual, intenso, emocional y absoltamente recomendable. Aprovechamos el lanzamiento para que Juan Belda nos de pistas acerca de sus inquietudes actuales.

¿Qué es ‘La rueda infinita de Hans’?
Es mi último trabajo, en el cual me tiré dos años para acabarlo y en el que he disfrutado mucho y sufrido algo. Es una continuación del trabajo anterior I Love You!!!, pero con un sonido más acústico y cálido… La rueda infinita de Hans también es un trabajo de madurez (creo) y en cierta manera más reflexivo y menos salvaje que el anterior… Cuando estás dentro de la rueda todo es eterno infinito; cuando sales, la rueda es solo un objeto frágil y caduco..

En uno de los temas del disco homenajeas al movimiento 15-M. ¿Crees que la música debe comprometerse con la sociedad y/o la política? ¿Crees en su poder para mover conciencias?
El tema A spanish revolution es un pequeño homenaje a ese movimiento. Coincidió que cuando acabamos el tema, a poca distancia del estudio, en la Puerta del Sol estaban ocurriendo estos hechos importantes y mi simpatía se dirigió a esa generación de jóvenes que se revelan ante tal estado de cosas. La música siempre ha formado parte de la sociedad. No es un ‘ente’ de fuera de la actividad humana y eso impregna cualquier actividad creativa… Desde luego que muchas canciones han sido capaces de mover conciencias incluso a nivel global y han aportado mucho a los cambios sociales a lo largo de la historia.

Te rodeas de músicos escepcionales para abordar este trabajo: Jorge Pardo (recientemente galardonado por la Academia Francesa de Jazz), Jerry González, Pedro Barceló y Aziz Arrandi. ¿Podría ser esta una banda para presentar el disco en directo?
La banda que llevo en directo está formada por músicos buenísimos: Juanjo Orti, a la batería; Enrico Bárbaro, bajo; Epi Lorente a la guitarra; yo con los teclados y el gran Jorge Pardo al saxo (cuando su agenda se lo permite). Músicos que también están en la grabación de La rueda Infinita de Hans. Es una gran suerte para mí contar con ellos.


Pasas del rock a la electrónica y de esta al jazz sin prejuicios y con aparente naturalidad. Pese a ello, ‘La rueda infinita de Hans’ parece escorar más al formato de jazz contemporáneo… ¿con intención de participar en los muchos festivales de jazz que hay?
Desde mi primer disco para Gasa-Dro en el año 1983 utilizo el mismo lenguaje, siempre ha sido así y es lo que me sale. Espero haberlo ido evolucionando con los años y creo que este último trabajo es fruto de esa evolucion. En cuanto a lo de los festivales, la verdad es que, cuando compones, en lo último que piensas es en quién te va a contratar y más en este tipo de música, que en cierta manera es muy fronteriza y descoloca a los programadores de festivales. De hecho, solo he sido invitado a tocar a lo largo de mi carrera en dos festivales de jazz, el de Madrid y en Manchester.

¿Cómo ves el panorama del jazz en España? ¿Y del pop? ¿Qué te sugieren la música de radio-fórmula (pregunta para picar un poco)?
El panorama actual del jazz en España es increíble, el nivel y la cantidad de músicos españoles de primer nivel habla por sí solo. Jorge Pardo ha sido galardonado como Mejor Músico de Jazz Europeo (para mí, es el mejor músico del planeta), Carles Benavent, Tino Di Geraldo, Javier Masso (Caramelo), Alain Pérez, Perico Sambeat, Chano Dominguez, Marcelo Gueblon, Polo Ortí, etc… Y en las nuevas generaciones empiezan a aparecer auténticos monstruos comoo Abe Rábade con su trío, que me parece una bomba. Y muchos más…
En cuanto al pop, siempre aparecen buenas canciones y buenos inteérpretes, si llamamos pop a gente como Nacho Vegas, Secretos, Pauline en la Playa, Marina Gallardo, Una Mcnoon, Tulsa, Sweet Wasabi y un etcétera bastante amplio… En lo que se refiere a la radio-fórmula, no la escucho y no me interesa nada esa parte de cultura plana o de consumo masivo.

Llevas muchos años buscando intersticios en la industria del disco para ofrecer músicas atrevidas, arriesgadas, difíciles en muchos casos, que no se parecen a las propuestas habituales… ¿Crees que existe en nuestro país un circuito adecuado para mostrar esa ‘música distinta’ en directo –el público lo doy por supuesto–? ¿Hay que ‘emigrar’ para poder hacerlo?
En España hacer este tipo de música es muy ingrato –siempre lo ha sido–, con circuitos e infraestucturas (salas, críticos, manager, festivales, revistas especializadas…) al mínimo. Desde luego hay que tener mucha moral para atreverse en este complicado laberinto. Lo bueno es cuando te invitan a tocar fuera de España y valoran tu trabajo y te animan a continuar… Lo de emigrar siempre es una opción y a lo largo de los años me lo he planteado continuamente. A lo mejor me hubiera ido mejor fuera de mi país (casi seguro) pero me gusta vivir en España por otros motivos no estrictamente musicales.


Has trabajado en distintas ocasiones relacionándote con el mundo del arte. ¿Qué te sugieren estas experiencias?
Soy de una generacioón (la de los 80) ue teníamos un interés y una curiosidad muy grandes por todos los aspectos de las culturas más alternativas y arriesgadas y nos alimentábamos de todo el espectro posible. Ahí entraban la plástica, la literatura, el teatro, la performance, etc. Por otro lado, yo estudié (y acabé) Filosofía pura, especializándome en la rama de Estetica. Comencé mi tesis doctoral (que no acabé) sobre la relación a lo largo del tiempo del pensamiento filosófico y la composición musical (comenzando con Descartes-Bach) desde el siglo XVI hasta el XX, con lo que, aparte de música y filosofía, entraba en relación con otros aspectos de la cultura (Plástica, Literatura, Arquitectura). Mi interés por todos los aspectos del mundo del arte más arriesgado es muy grande y siempre que puedo o que me contratan para trabajar en estas disciplinas que no son estrictamente musicales ahí estoy, encantado de la vida.

El sonido de la vida cotidiana, aquí, en India, en Kenia… es fuente de inspiración para tus trabajos. ¿Qué te mueve a buscar entre lo que muchos llamarían ‘ruidos’?
La música es una combinación de sonidos en el espacio y en el tiempo y lo que en un momento dado puedan parecer ruidos extraños, con los años, la gente los acepta como “música”. Ejemplos hay muchísimos: Jimi Hendrix, Stockhausen, Miles Davis (Bitches brew), Pink Floyd (Ummaguma), Arnold Schöenberg (Pierrot Lunaire), y un etcétera muy largo…
En cuanto a los sonidos de la vida cotidiana, ahí has dado en la diana en lo que a mí se refiere. Es mi fuente de inspiración más importante. Yo pretendo con mi trabajo reflejar todas las cosas que me rodean en la cotidianidad, tanto profundas como banales. En ese sentido, soy algo así como un  narrador que usa sonidos para describir lo que me pasa,  tanto dentro de mi cabeza como fuera de ella… Y los trabajo en India y en Kenia y todos los demás forman parte de eso.

Tus próximos proyectos son…
Siempre estoy enredado en cosas en el estudio, pero lo importante ahora para mí es tocar con mi banda. En marzo comenzaremos otra vez con los directos…

Puedes ver el vídeo del tema Hans el arquitecto pinchando aquí.
Javier Herrero

jueves, 17 de enero de 2013

Tabú

Cartel francés de la película

Friedrich Wilhelm Murnau
Tabú
(1931) Divisa Home Video
«Cruzando las grandes aguas, iré a tu encuentro en tus sueños, cuando la luna traza su camino sobre el mar»
Es la frase con la que la chica (Anne Chevalier), protagonista de esta historia de amor de más allá del horizonte, se despide de su amor, el chico (Matahi), con el que se ha escapado de su triste suerte de ser elegida como sucesora de la intocable, lo que impedirá para siempre el poder tener una vida normal juntos. El gran amor que se profesan les lleva a romper el tabú que supone acercarse a la mujer elegida por la congregación de pueblos que habitan el paradisíaco archipiélago de las islas de la Sociedad, en los mares del sur del Pacífico, donde se encuentra la famosa Tahití (Otaheite). Una tradición que, en Tabú (1931), película filmada por Friedrich Wilhelm Murnau (1888-1931), se convierte en un hermoso canto al amor, a la pasión y a la vida natural, representada por los pueblos que habitan estos idílicos parajes.


Ninguno de los que aparecen en esta preciosa película son actores profesionales, y se nota por la vitalidad que se transmite en pantalla, por la realidad que traducen sus imágenes, algo que el director quiso para reflejar una forma de vida que, con la llegada de la civilización occidental, tendría los días contados. Y lo filmó casi a modo de documental, en un principio codirigiéndola con el gran documentalista del cine mudo: Robert J. Flaherty (1884-1951), autor a su vez de otra maravilla del cine mudo, Nanook el esquimal (1922) y de Moana (1926), también filmada en el Pacífico Sur, concretamente en la isla de Samoa. Posteriormente, debido a las presiones de la productora Universal para que la película fuera interpretada por actores norteamericanos, Flaherty se retiró de la dirección, aunque en los créditos figura como coautor del guión junto a Murnau.


Afortunadamente, la propuesta inicial salió adelante y Tabú se ha convertido en una de esas joyas inolvidables y necesarias del Séptimo Arte. La vida que transmite, más allá de la romántica historia de amor, es inconmensurable; se filtra en cada uno de los fotogramas, casi siempre con la sonrisa de quienes viven en el paraíso, de quienes se ayudan mutaumente para que la convivencia sea armoniosa, de aquellos que han logrado que el universo se concentre en su pequeño mundo. Desgraciadamente, ese paraíso ha desaparecido en esos términos y, pese a la belleza natural de las islas, la sociedad moderna ha invadido esos pueblos creando necesidades inútiles y transformándolo para siempre.
Nos queda la película, maravillosa, hermosa, delicada y brillante. Una de las grandes obras maestras de Murnau quien, por cierto, no pudo verla estrenada, pues murió poco antes de su presentación en público. La versión que ahora se reedita en dvd es la remasterización en HD de la restauración realizada en 2005 por la Fundación Friedrich Wilhelm Murnau, en la que se corrigieron los defectos e imperfecciones de la copia. Asimismo se ha conservado la banda sonora de Hugo Riesenfeld (1879-1939) que pone el énfasis perfecto a la excelente fotografía realizada por Floyd Crosby y el mismo Flaherty. El dvd incluye, además, material extra con escenas descartadas, el corto, extraido del material filmado por Murnau, en el que se habla de La pesca en los mares del Sur (1940) y el documental titulado El lenguaje de las sombras, sobre la vida y obra de Murnau, filmado en 2007 por Luciano Berriatúa, del que se ha extraído el fragmento titulado Tabú: el legado cinematográfico. En suma, una joyita del cine, a medio camino de la ficción y el documental, a medio camino del cine mudo y el sonoro. Una deliciosa historia sobre “El amor que prohibieron los dioses”.
Puedes ver un fragmento de Tabú pinchando aquí.
Javier Herrero

miércoles, 16 de enero de 2013

Saliendo de la estación de Atocha


Ben Lerner
Ben Lerner
Saliendo de la estación de Atocha
Mondadori, 2012

Curiosa sensación la que se experimenta con este libro (que sale sale a la venta mañana 17 de enero en las librerías), habida cuenta de que los espacios y el tiempo que narra forman parte de la experiencia de quien les escribe y de tantos y tantos madrileños y visitantes de esta ciudad. Por un lado, porque está escrita por un norteamericano, Ben Lerner, que pone su historia en manos de un personaje también norteamericano que está de visita en Madrid con motivo de una beca de poesía, muy cercana la ficción a la realidad del propio autor, que estuvo en Madrid en 2003 becado por el Programa Fulbright, tiempo en el que escribió su segundo libro de poesía, Angle of Yaw y que le inspiró su primera novela, precisamente Saliendo de la estación de Atocha, ganadora del Believer Book Award y elegida entre los mejores libros del año por prestigiosos periódicos de su país.
En ella narra algo parecido a la experiencia que pueden tener los conocidos Erasmus que vienen a la ciudad a cursar sus respectivos estudios y convierten la experiencia lectiva en una amalgama de sensaciones provocadas por la inacabable y permisiva vida social, cultural y de ocio de la ciudad (no pretendo generalizar, pero es una constante bastante extendida). Por otro lado, el momento temporal en el que Lerner sitúa su historia es el de los meses previos a un acontecimiento trascendental de nuestra reciente historia: los atentados yihadistas de la estación de Atocha, el 11 de marzo de 2004.
Ambas situaciones hacen que la mirada del protagonista sobre nuestra forma de comportarnos se convierta en algo extraño, sobre todo si estás tan familiarizado con el contexto social y local que narra. Adam Gordon, joven poeta agraciado con una prestigiosa beca, vive en la mismísima Plaza de Santa Ana (quizás, la más turística de la ciudad) y se codea con la vida nocturna, golfante y cultureta (perdón por el vocablo) más cool de la capital. Recorre Huertas, visita el Museo del Prado, se divierte en Chueca y da recitales de poesía en el barrio de Salamanca. Sus amigos tienen una lujosa vida de gentes bien posicionadas y la calidad rezuma en todos los gustos, la moda y las drogas que se consumen. Quizás fuera la imagen que se vendiera desde nuestra ciudad y por eso los extranjeros de visita salen con una visión tan reducida de la vida de la ciudad. Probablemente todo sea reflejo de una proyección de ciudad rica (recuerdo que la acción se sitúa en 2003-2004, tiempo en el que el autor estuvo en Madrid), anterior a la crisis atroz que nos azota, en la que el consumo parecía ser la tónica dominante de aquellos tiempos del “España va bien”.
La narración de Lerner es ágil y entretenida y, pese a esas extrañazas subjetivas al leerla, está bien configurada y planteada, aunque a veces parece que los traumas bipolares del personaje protagonista se canalizan demasiado con el mundo de las drogas (aunque hay gentes pa tó).
En realidad, se trata de un libro metaliterario, donde Lerner, camuflándolo en una sosa historia de amores y desencuentros, habla del proceso de creación literaria, de la inspiración y de los motivos que sirven para que alguien dedique su vida al difícil arte de la creatividad literaria.
Javier Herrero

martes, 15 de enero de 2013

24 Frames


24 Frames

El pasado 12 de diciembre, por casualidad, me acerqué al Mercado de San Antón, en el centro del barrio de Chueca de Madrid, donde se iba a iniciar una actuación musical encuadrada en la iniciativa denominada La Musiquería. Una casualidad y una sorpresa que me sirvió para conocer en directo a 24 Frames.
Víctor Montesino (contrabajo), Fernando Alandes (batería y percursión), Luis Erades (saxos y clarinetes), Tomás Esteras (pianos, teclados, guitarras, efectos) y Daniel Esteras (proyecciones) forman 24 Frames, un conjunto singular que realiza una propuesta musical atrevida y arriesgada, a medio camino de muchos estilos, con el formato de jazz como sustento principal, pero con la mirada puesta en las vanguardias, el rock y, sin duda ninguna, el cine. Desde su mismo nombre hacen referencia a una intención creativa: la de aunar y conjugar imágenes, sonidos y sensaciones, tanto las de ellos como las del público que les escucha y crear así una obra que funda muchas corrientes y experiencias, inquietudes y vibraciones. Como dicen ellos mismos, esta iniciativa “surge de la inquietud de sus miembros de combinar estas disciplinas artísticas, partiendo de la idea de que el arte existe sin el público, pero que sin él pierde su sentido”. En breve van a lanzar al mercado su primer disco, Mise en abyme, un nombre que procede “de una expresión francesa con la que se nombra a la figura retórica que consiste en imbricar una narración dentro de otra, en un juego en el que un arte contiene a muchos otros en su interior”. De forma paralela al lanzamiento, inician una gira que quiere mostrar las inquietudes artísticas de una banda de jazz de nuestra era, de unos músicos que se nutren con la herencia pero que quieren crear un vínculo musical con el riesgo y las emociones a partes iguales. Las primeras fechas de este tour musical están previstas para el 22 y 25 de enero en la ciudad de Nantes (Francia), en la Université de Nantes y en Au chat noir, respectivamente, y para el 9 de febrero en el Café Berlín de Madrid, dentro del festival Madrid es Negro.


Os presentáis con una propuesta multidisciplinar que quiere fundir la música y el cine, el videoarte, los sonidos, dar protagonismo al espectador... Explicadnos vuestros propósitos.
VÍCTOR: A todos los componentes de la banda nos encanta el cine y creemos que nuestra propuesta sonora evoca mucho a imágenes, de ahí que el proyecto se centre en esa conjunción audiovisual. No hay dos conciertos iguales, el proceso va creciendo en desarrollo e intención cada vez que tocamos. Un proyecto en constante evolución y sin un destino fijo. 
LUIS: Lo que proponemos no es ni mucho menos novedoso. Nuestra propuesta implica una doble oferta al público: por un lado está la música, que en sí misma ya puede ser imagen en el espectador, y por otro lado está el cine, el “videoarte”, la imagen en movimiento, o como se quiera llamar. En nuestros conciertos, habrá quien quiera conjugarlas, y habrá quien quiera concentrarse en una de las dos, alimentándose recíprocamente entre ambas, de manera subjetiva. Intentar fundir estas disciplinas objetivamente y pretender que todo el mundo sienta (o no sienta) lo mismo al percibirlas, nos convertiría en completos idiotas sin escrúpulos. Nosotros sugerimos una suma de elementos que no siempre tendrán un orden establecido. Cuando dispongamos de los medios adecuados, incluiremos la improvisación en las proyecciones, para que tanto la música como la imagen adopten una forma de vida diferente en cada actuación.
DANIEL: Nuestro propósito es trabajar para un proyecto en constante evolución y sin un destino fijo.

Desde vuestro mismo nombre, tenéis referencias al cine (aunque en este mundo digital los 24 fotogramas parezcan cosa del pasado).
VÍCTOR: Siempre existirá un hueco para nostálgicos.
FERNANDO: En esta banda hay gran simpatía por el mundo viejuno, nos gusta lo clásico. Un ampli antiguo a válvulas, un Fender Rhodes, un ride de los 60, un contrabajo... En el nombre también hay algo de apego hacia la raíz de las cosas.
TOMÁS: Así como los veinticuatro cuadros por segundo llegaron cuando llegó la banda sonora a la película, creo que este proyecto sonoro tiene algunos lugares comunes con el lenguaje cinematográfico. Basta acercarse a escuchar 24 Frames para descubrir poco a poco partes que se crean y desaparecen dentro de los temas como si de secuencias o escenas se tratasen. Planos detalle y planos generales, cámaras subjetivas y lentos travellings que acercan y alejan al oyente por un espacio sonoro que creo que puede llegar a funcionar en muchas ocasiones como un espacio visual, como la propia imagen. Quizás es el concepto de montaje el que más nos interesa a la hora de concebir nuestros temas, y es esa herramienta de montar trocitos de obra la que más libertad suscita en nuestro proyecto.


Sois muy jóvenes y, a pesar de ello, vuestra música suena con una madurez sorprendente, con composiciones complejas y muy elaboradas.
VÍCTOR: Al cabo de dos años de composición y desarrollo, los temas aún no están finalizados, siempre están creciendo. Nadie sabe como acabarán siendo esos mismos temas dentro de cuatro o cinco años.
FERNANDO: Algunos estamos menos jóvenes que otros. Parte del lenguaje y del concepto de 24 Frames se lleva gestando desde hace muchos años. Esta reunión ha permitido dar rienda suelta a inquietudes artísticas que no eran posibles en otras formaciones. Mise en abyme ha sido un hijo muy querido y buscado, aunque todo el proceso compositivo y de gestación de la banda ha sido muy natural, nada ha sido fruto de la casualidad.
LUIS: Personalmente, no creo que nuestra música suene con una madurez sorprendente. Es, precisamente debido a nuestra juventud, a que nos queda mucho por aprender, que arriesgamos más a ciegas que a sabiendas, cosa que puede dar lugar a composiciones, formas o estructuras más elaboradas, o aparentemente complejas, pero no por ello maduras. Alguien dijo por ahí que el único arte posible es el de los niños. Yo digo que ni una cosa, ni la otra.

¿Qué valor le dais a la improvisación en vuestra música?
VÍCTOR: Partimos de una estructura que asemeja al concepto estándar de jazz, con una parte melódica donde todos vamos a una, pero a la hora de hacer vueltas de improvisación esa parte nunca está cerrada, nos vamos escuchando los unos a los otros hasta llegar a una marca aleatoria que vuelva a poner todo en sintonía.
LUIS: La improvisación no se puede desvincular nunca de la música, depende del contexto en el que suceda. Desde Sebastian Bach hasta John Cage, desde África o Asia hasta el corazón de Chicago o de Berlín, compositores e intérpretes se basan en la improvisación o se sirven de ella para crear música. Nosotros no somos grandes improvisadores a nivel solista, simplemente es una herramienta más con la que nos sentimos bastante cómodos.
TOMÁS: Creo que no hay nada que colabore más a que unos músicos se sientan realizados, puede incluso que felices, haciendo música en conjunto que el hecho mismo de crear un tema y luego trabajar en él de tal manera que puedan abrirlo tan amplio, tan profundo como puedan sus propios conocimientos y permita su habilidad a colaborar en combinaciones y permutaciones armónico-melódicas entre los distintos instrumentos. Creo que si una banda funciona, y tiene que girar, ensayar, trabajar seriamente, eso es lo que le mantiene más unida.


Gato Barbieri, John Coltrane, King Crimson, Dave Liebman… Aromas a Miles Davis, incluso a Philip Glass… Son mundos muy diferentes que parecen confluir en vuestra música de manera natural y sin complejos.
VÍCTOR: No nos cerramos a nada, bebemos de muchas cosas y todo lo llevamos a nuestro terreno. Al final uno va creando su propio estilo.
LUIS: Complejos nunca. Cada cual, según su educación y cultura (entre otras muchas cosas), siente lo que escucha de una forma indeterminada. No hay una pretensión de sonar como tal o como cual, solo las ganas de disfrutar tocando juntos, sin pararse a pensar en estilos, creencias o religiones sociales.
TOMÁS: Creo que lo que más me motiva a la hora de participar en 24 Frames es la posibilidad de mezclarme y confluir con el resto de compañeros: nuestros caminos personales, influencias, objetivos, aprendizajes y formas de ver la música se cruzan a diario y la forma sobre cómo nos planteamos todo, cómo cada uno quiere aportar lo que cree y lo que siente lleva a los temas a que se sientan como una amalgama de colores que huelen a muchas cosas, casi sin querer, naturalmente.

Vuestros gustos o influencias musicales…
VÍCTOR: Infinitas. Desde el quinteto de Miles Davis, el trío de Bill Evans, los discos de Coltrane de mediados de los 60, Avishai Cohen... hasta grupos como Cinematic Orchestra, Karate o los primeros discos de Portico Quartet.
FERNANDO: 24 Frames es un grupo que te permite experimentar y meter en la coctelera todo tipo de sabores. Hay muchos gustos comunes pero prácticamente en cada ensayo aparecen nuevas referencias musicales, cinematográficas, artísticas en general. Estos chicos no paran quietos. Nombraría a Truffaz, Asian Dub Foundation, Porthishead, Beastie Boys, John Zorn, Jose James, Mos Def... 
LUIS: Sun Ra, Igor Stravinsky, José Lezama Lima, Erik Dolphy, Soft Machine, Gaspar Noé, Charles Ives, Anthony Braxton, Lüger, Art Bears, Thelonius Monk... No sé, cada día una cosa.
TOMÁS: Tchaikovsky, The Mars Volta, Sbjörn Svensson, Art Blakey, Matthew Hallsal, Standstill, Shamek Farrah, Nick Drake, Radiohead, Mahler…


Hacéis referencia a que en España no se estimula en ningún medio la difusión de músicas diferentes, al margen de los estándares de pop y rock, tal y como ocurre en Alemania, Francia, Holanda…
VÍCTOR: Creemos que hay público para todo tipo de música, tanto en España como fuera de ella. Lo difícil, tal vez, es encajar en la música etiquetada. Intentamos buscar nuestro sitio entre el público y mercado español, pero el no tener una etiqueta definida y clara hace que, por ejemplo, los promotores no sepan si somos un grupo de festival de jazz o de música indie. Creemos que otros países están más abiertos en ese sentido.
LUIS: Históricamente nuestro país espera en la cola de la evolución a todos los niveles: político, socio-cultural, tecnológico-científico... La panacea no se sabe cuál es, ni si está en otros países de Europa. Circuitos musicales, minoritarios o pseudo-minoritarios, hay en todas partes, lo que varía es la cobertura mediática o institucional que se le da. De todas formas, el siglo XX nos ha dejado tal cantidad de música que nos llevará años y años digerirla. Creo (no sé) que hoy día todo marcha demasiado rápido para el ritmo natural del arte. Pero desde luego, si quieres comer de la “mierda” que haces, España no es tu país.
TOMÁS: Creemos que la estimulación es pobre, desde luego. Y nos sorprende, porque aquí hay músicos realmente buenos. En una ciudad como Madrid residen y actúan músicos jóvenes de una talla y una vanguardia apabullantes que, sin embargo, carecen de la cobertura y del circuito de salas y festivales que se merecerían. Eso sí, como casi todo por estas tierras, el escaso circuito que hay tiene un acceso difícil, lleno de trabas, con dinosaurios y empresarios ajenos a la música moderna.

¿Existe hoy un circuito profesional en nuestro país (al margen de los grandes festivales de jazz) dispuesto a acoger estas experiencias musicales más arriesgadas? Recuerdo que en los ochenta había pequeñas discográficas que se arriesgaban con experimentos sonoros muy interesantes.
VÍCTOR: Existir, claro que existe. Hay un circuito muy interesante de espacios autogestionados donde dan oportunidad a todo tipo de música y nuevas tendencias.
FERNANDO: En este país las palabras música y profesional son raramente conjugables. Una vez aceptas ese precepto, si buscas, puedes encontrar espacios acogedores y personas implicadas con el arte libre y vanguardista. Afortunadamente, cuando fallan las instituciones aún se puede creer en las personas.

Habladnos de ese primer disco vuestro que pronto verá la luz.
VÍCTOR: El disco está en proceso de mezcla. Es un trabajo hecho con mucho cariño producido por nosotros mismos, grabado y mezclado por Ignacio Madero.
FERNANDO: Hay mucha sinceridad en este trabajo y mucha humildad. Ha sido juntar inquietudes, mucha energía, unos cuantos instrumentos viejos y algunos pedales de efecto. Y rompernos la camisa...
LUIS: Creo que aún es pronto para hablar de él. Todavía no sabemos bien a qué huele.

¿Qué proyectos hay para presentarlo en directo?
VÍCTOR: Empezamos a rodar a principio de año, tenemos varias fechas en Madrid y Nantes. En un principio habíamos fijado la fecha de presentación el 9 de febrero en el concierto que daremos en el Café Berlín, pero es probable que para ese día no dispongamos del álbum en una forma física. Aún así, nos lo tomamos como una fecha muy especial, tanto por el lugar como por el marco en el que se engloba.
TOMÁS: Lo primero en lo que estamos muy concentrados es en acabar de mezclar el disco, exactamente como lo concebimos. Una vez tengamos el producto final, creemos que lo más interesante es encontrar a las personas adecuadas para que nos muevan allá dónde pueda interesar nuestro proyecto. Creemos que lo que hacemos puede resultar atractivo para el espectador que busca algo más y vamos a intentar estar en los festivales, salas e iniciativas que busquen proyectos diferentes y reflexivos para el oyente.

Parafraseando a Larra, ¿hacer jazz en España es llorar?
VÍCTOR: Hacer jazz es no llegar a fin de mes.
FERNANDO: Hacer Jazz es gritar. En el Madrid del siglo XXI o en la calle 52 de New York en los años 50. En este mundo hacen falta muchos gritos aún y gente con ganas de alzar la voz... Que me disculpe el señor Larra.
LUIS: No conozco a la perfección tanto la naturaleza del jazz como la historia de España para hacer esa afirmación. Nosotros no creo que seamos jazzistas, pero sí muy aficionados a esa música, y en el local de ensayo nunca hemos llorado, más bien al contrario, siempre estamos de risas. Que vivamos en España es circunstancial. Supongo que nadie me parafraseará nunca.

Recomendadnos algo nuevo, diferente, en consonancia con vuestra propuesta.
VÍCTOR: Suffer Like G Did, Trip Jazz Quartett, Florian Hoefner, Max.Bab...
FERNANDO: Antonio Sánchez trio-quartet, Chris Dave and the Drumhedz, Blakroc, Mark Guiliana's Beat Music...
LUIS: Consonante o disonante con nuestra propuesta, yo digo: Cró!, Acoustic Ladyland, Kit Downes, 12twelve, Chromb...
TOMÁS: Lo que está haciendo Matthew Hallsal me interesa. El trabajo de Erik Truffaz o los primeros discos de Mars Volta creo que han sentado bases innegables. Los músicos de Cinematic Orchestra, Johnny Greenwood en el cine, la Big Band de Matthew Herbert, lo nuevo de Drexler, Feist, Sufjan Stevens…

Puedes oir una grabación en directo de L'Arrivée d'un train pinchando aquí.
Puedes escuchar un fragmento de su actuación en La Musiquería del pasado 12 de diciembre pinchando aquí.

Javier Herrero

viernes, 11 de enero de 2013

Federico Fellini



Federico Fellini
Los inútiles / La dolce vita / Giulietta de los espíritus
A Contracorriente Films, 2012

Maestro indiscutible del Séptimo Arte, autor inclasificable y único, genio de la cámara y del movimiento de personajes... Los parabienes que puede recibir el director italiano Federico Fellini (1920-1993) son interminables. Como lo es su larga lista de éxitos, realmente casi toda su filmografía, con tantas y tantas películas grabadas en la memoria colectiva de cualquier amante del cine y galardonadas con todos los premios posibles, entre ellos cuatro Oscar a sus cintas La Strada (1954), Las noches de Cabiria (1957), (1963) y Amarcord (1973), además de uno honorífico en 1993 a su trayectoria profesional.


Un narrador en imágenes con una mirada tan particular que nadie ha podido imitar su obra, que permanece inalterable en su mordacidad, su humor y las complejas argumentaciones sobre la soledad y el aislamiento que la multitud llega a producir entre los seres humanos. Son temas similares a los de otro genio del cine italiano, Michelangelo Antonioni, pero la manera de filmar de Fellini es diametralmente opuesta a la de aquel. Mientras Antonioni busca los espacios vacíos, la soledad y el silencio para hablar de los conflictos íntimos de sus personajes, Fellini lo hace entre la multitud, el circo, la farándula, el jolgorio y el humor. A Contracorriente Films acaba de presentar la reedición de su película más popular, La dolce vita (1960), en versión restaurada por The Film Foundation de Martin Scorsese, y la de otras dos de sus cintas, Los inútiles (1953) y la fantasiosa y psicodélica Giulietta de los espíritus (1965), que paso a comentar brevemente.

Los inútiles (I Vitelloni, 1953)

Un plantel de estupendos actores da vida a esta farsa sobre la abulia de la juventud, titulada I vitelloni (Los inútiles), una película sobre lo que hoy llamaríamos jóvenes ni-ni (salvando las distancias temporales, claro). Franco Interlenghi, Alberto Sordi, Franco Fabrizi, Leopoldo Trieste y Riccardo Fellini (hermano del director) configuran una pandilla en la que se ven representadas muchas personalidades de individuos reales: el mujeriego, el tímido en público pero feroz en privado, el más falto de luces que sigue al grupo sin rechistar, el que tiene afición a escribir, el sensible... En un ambiente bastante cerrado en la ciudad balnearia de Rimini, el final del verano pone a los personajes en muchas situaciones que harán que se descubran sus espíritus, con sus lados afectivos y sus rincones oscuros y ruines. La palabra vitellone (becerrón) se empleaba en Pescara, lugar de lacimiento del coguionista de la película, Ennio Flaiano, para referirse a un joven zángano. Zánganos, ni más ni menos, son la gran parte de este grupo que a ratos se divierte y otros ratos merodea por la villa molestando a sus vecinos y creando conflictos en su pequeña sociedad de provincias. Esta película, que aún tiene el sabor del neorrealismo en sus imágenes, logró el León de Plata en el Festival Internacional de Cine de Venecia de 1953 y cuenta con uno de los colaboradores más fieles de Fellini, el compositor Nino Rota, creador de la estupenda y festiva banda sonora.
Puedes ver el trailer de I vitelloni pinchando aquí.

La dolce vita (1960)

¿Quién no recuerda la famosa escena del baño nocturno de Silvia (Anita Ekberg) ante la mirada impávida y expectante de Marcello (Marcello Mastroiani) en la Fontana di Trevi de Roma? Es una de esas secuencias inmortales e imborrables de la historia del cine. Quizás la más famosa, por el escándalo que supuso en su época –al menos, en España– ver a esa espectacular mujer mojando su cuerpo sin prejuicios ni vergüenzas ante la mirad de todos. Pero no es la única escena que hace única a esta gran cinta de Fellini, La dolce vita, una especie de crónica de la vida sofisticada de la sociedad de los famosos, de las celebrities y de los que sea arriman a ellos para sacar algún provecho. Con una estructura narrativa muy particular y diferente a la habitual en el cine, Marcello, reportero de las estrellas, sigue a una famosa actriz recién llegada de Suecia, Silvia, en sus correrías por Roma, mientras se entrecruzan varias mujeres con las que tiene relación, alguna más estable y compleja, como la de su celosa amante Emma (Yvonne Furneaux), otras fastinantes y enormemente sofisticadas, como la interpretada por una deslumbrante y bellísima Anouk Aimée. En el fondo, todo ese pulular de personajes anodinos, de orgías nocturnas, de fiestas alocadas y encuentros esporádicos, solo reflejan el vacío existencial de gran parte de las personas, sobre todo de Marcello, que no sabe por dónde dirigir sus ansias de escribir, su insípida carrera de reportero y sus fracasos amorosos en una carrera en la que todos pugnan por remarcar el malestar de la incomunicación de la sociedad. Una obra maestra con secuencias inolvidables que, como la de la Fontana de Trevi, deslumbran por su originalidad, como la del mismo inicio de la película, con un helicóptero transportando por los aires una gigantesca estatua de Cristo para llevarla al Vaticano, algo que solo Fellini fue capaz de proponer en pantalla. Por supuesto, como no podía faltar, la banda sonora también en este caso es de Nino Rota, y contribuye a realzar lo magnífico que está todo, actores, montaje, fotografía... Para no perdérsela en esta edición restaurada por por The Film Foundation de Martin Scorsese.
Puedes ver el trailer de La dolce vita pinchando aquí.

Giulietta de los espíritus (Giulietta degli spiriti, 1965)

La primera película en color del maestro Fellini, después del triste y divertido episodio de Bocaccio ‘70 (1962), fue Giulietta de los espíritus, una surrealista parodia del espiritismo, de los celos y de la dicotomía mundo real-mundo espiritual. El argumento es muy sencillo y aparentemente insulso, con un ama de casa que duda de la fidelidad de su marido y se refugia en las sesiones espiritistas para llenar el vacío de su existencia y tratar de avistar una señal que le permita recuperar a su esposo. Lo que no es nada sencillo es la apabullante interpretación de Giulietta, interpretada por la que fue esposa en la vida real de Fellini, Giulietta Masina (1921-1994). Un alarde de actuación que llena todos los recovecos y vaivenes de una historia que, por obra y arte del director, se convierte en espectáculo lleno de magia, de sorpresas, en un fascinante juego de imágenes, saturadas con un colorido exultante, repletas de imaginación y con una gran dosis de surrealismo. Nino Rota repite en la banda sonora de esta cinta que, una vez más, bucea por los mundos de la incomunicación entre las personas, con el erotismo y lasexualidad como catalizadores de la grisura de las vidas. Fascinante, entretenida, colorista y con una interpretación de una Masina en estado de gracia.
Puedes ver el trailer de Giulietta degli espiriti pinchando aquí.

Javier Herrero