lunes, 17 de diciembre de 2012

Alfonso

Visita de Alfonso XIII a las Hurdes. Junio 1922 

Alfonso
Obras maestras
La Fábrica, 2012

Es importante no perder la memoria para no caer en los mismos errores (trágicos, muchos de ellos) que nos han hecho sufrir en el pasado. Desde su invención, la fotografía ha sido un aliado fiel (y cada vez más) para que los recuerdos permanezcan y se conviertan en un testimonio fidedigno del pasado que fue (y para que nunca regrese de la misma manera).

Verbena popular. Madrid, 1922

El fotoperiodismo ha sido además una importante herramienta para historiadores e investigadores, para denunciar abusos y para fijar lo que es una sociedad en un momento determinado y que sus habitantes, su cultura, sus costumbres... no se pierdan en el olvido del tiempo.

Alfonso Sánchez García y sus hijos. 1925
En España, ha habido fotógrafos muy importantes que han asentado la vida real con su arte, su técnica y su habilidad para captar imágenes muchas veces insólitas y casi imposibles. Uno de los más importantes fue Alfonso Sánchez García (1880-1953), conocido profesionalmente como Alfonso. En realidad, su legado es el legado de una saga de fotógrafos, pues firmando con el mismo nombre, a este pionero del fotorreporterismo le siguieron tres de sus hijos, Alfonso, Luis y José. Juntos llevaron a cabo un ingente trabajo que documenta casi todo el siglo XX, desde que Alfonso padre se iniciara en la década de 1910 hasta finales de los años 80. Un legado de más de 116.000 negativos que son memoria impresa, vibrante y fiel de nuestra historia. Desde la Guerra de Marruecos (con un fantástico retrato a Abd-el-Krim) hasta imágenes de la vida durante el reinado de Alfonso XIII, el movimiento obrero de la Segunda República, la Guerra Civil... Todo trufado de estampas de la vida cotidiana y de algunos retratos de personalidades de la la vida cultural, política y militar de nuestro país a lo largo de tan largo período de tiempo (el espeluznante retrato de José Millán Astray en posición de firmes es impagable).

José Millán-Astray. 1935
Parece que en las fotografías de las batallas de la guerra, de los disturbios de las revueltas o. simplemente, de los acontecimientos populares o deportivos más comunes, el fotógrafo estuviese preparado para obtener toda la magia del instante en imágenes perfectas, como si estuviese todo planificado. Esa es precisamente la maestría de los grandes de la cámara que, como ahora, hace la foto casi sola, pero que necesita de un ojo, de una mirada de artista y de periodista para lograr la esencia del momento histórico o del suceso social o familiar que se está retratando. Por no hablar de los fantásticos retratos que en el famoso Estudio Alfonso de la Gran Vía madrileña (previamente en la calle Fuencarral y en la de Carretas) se hicieron de las personalidades más relevantes de un siglo tan castigado por las guerras y la falta de libertades.
Este libro, que recoge las mejores fotografías de la saga, ha sido comisariado y relatado por otro de los grandes fotógrafos españoles, Chema Conesa, y se convierte en una obra esencial, no solo de nuestra fotografía, sino de la fotografía periodística y social de todo el mundo. Además, contiene textos de los académicos Antonio Rodríguez de las Heras y Juan Miguel Sánchez Vigil, y del mismo Alfonso Sánchez Portela, Alfonsito (1902-1990), recuperando el discurso que nunca llegó a leer en su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1989. Una joya de libro, con una edición inmejorable de gran formato y un papel e impresión de gran calidad.
Javier Herrero

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