miércoles, 6 de junio de 2012

Walerian Borowczyk


Walerian Borowczyk
Cuentos inmorales (1974) / La bestia (1975)
Filmax / Divisa Home Video, 2012

Hace tiempo, en los que ya parecen lejanos años setenta, las libertades gozaron de un esplendor hoy envidiable y casi olvidado. Tanto en música, en la lucha por los derechos y por la paz o en las artes, la expresión fue tan exultante que no parecía que hubiera ningún tabú que no pudiera tocarse. Entonces, el cine también se sumó a esta corriente refrescante que parecía querer romper con todos los corsés que habían oprimido a la sociedad occidental desde tiempos inmemoriales. Fue entonces cuando aparecieron artistas en muchos lugares del mundo que probaron a filmar experiencias nuevas para el cine (o no tan nuevas, aunque sí de manera abierta y sin vergüenza). El sexo, por ejemplo, que siempre ha estado presente en la sociedad, casi siempre solapado por los miedos, los pecados y la falta de derechos. O bien, escondido y potenciado en la clandestinidad para solaz de poderosos y/o beneficio de avispados y aprovechados.


Uno de los artistas que comenzó su carrera en aquellos tiempos fue el polaco Walerian Borowczyk (1923-2006), que centró su carrera cinematográfica en un lenguaje sutil y refinado sobre el erotismo, el sexo, la aristocracia y la religión, todo mezclado y confundido, pues no parece que haya estado nunca separado. Sus inicios en el cine fueron muy experimentales, en el terreno del collage y de la animación, surrealista en ocasiones, como el titulado Érase una vez (1957), realizado en colaboración con el diseñador gráfico y caricaturista Jan Lenica, o el más conocido Les Astronautes (1959), realizado junto al director experimental Chris Marker. Pero si por algo se hizo famoso Borowczyk fue precisamente por sus largometrajes eróticos, algunos de ellos realmente populares como los dos que aquí presento, Cuentos inmorales (1974) y La bestia (1975) que, junto a Interior de un convento (1977) podrían considerarse su trilogía perfecta.


En Cuentos inmorales nos cuentra cuatro relatos en los que pone en práctica la filmación de sexo sin que la cámara se asuste por ello. Una felación junto al mar es el asunto principal de La marea. La masturbación de una adolescente con un pepino es el argumento de Thérèse Philosophe. En Erzsébet Báthory describe la vida cotidiana de la condesa húngara del siglo XV que acostumbraba a bañarse con la sangre de jóvenes campesinas. El último episodio, Lucrezia Borgia, recrea un ménage-à-trois entre la célebre envenenadora, su padre el Papa Alejandro VI y su hermano el Cardenal Cesar Borgia. Nada se le resiste al realizador polaco, aunque todo está filmado con una elegante puesta en escena, muy refinada en cuanto a ambientación que se llena de objetos de época, camas blasonadas, sedas sutiles y mucho gusto por la figura femenina con un gran sentido estético. Es de reseñar que quizás hoy no podrían filmarse muchas de sus escenas, pues sus adolescentes protagonistas podrían ser vetadas por muchas productoras. También, como curiosidad, hay que señalar que el papel de Erzsébet Báthory lo interpretó Paloma Picasso, hija del inmortal genio malagueño.



La bestia recrea el eterno mito del hombre y la bestia, en este caso de una mujer y una poderosa bestia de sexo masculino. Todo transcurre a ritmo del clavicordio de Scarlatti, como si fuera una gavota elegante y bailarina. En la mansión de una aristócrata francés se prepara el matrimonio del hijo mayor de este con una joven y guapa heredera inglesa, interpretada por Lisbeth Hummel, hoy dedicada al mundo del arte. Cuando esta llega, descubre que hay una leyenda sobre una antepasada de su propetido que fue violada por una mítico animal que habita en el bosque. Los dibujos eróticos que encuentra en algunos libros prohibidos de la biblioteca y el ambiente cálido y sugerente del entorno hacen que en la mujer crezca un sentimiento libidinoso que dispara su imaginación sobre lo que pudo ocurrirle a la mujer con la bestia...
La suerte es que podemos disfrutar de la elegante puesta en escena de estas películas de Borowczyk. La mala suerte es que son productos de un pasado que no parece que pueda recuperarse de nuevo sin que eso tenga que significar cine porno y negocios turbios. Quizás con el paso del tiempo nos estamos volviendo más pacatos.

Puedes ver el corto Érase una vez pinchando aquí.
Puedes ver el corto Les astronautes pinchando aquí.
Javier Herrero

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